Lo que no te cuentan en las películas (o más bien lo que te cuentan mal)
Muchas mujeres pensamos o hemos llegado a pensar que tenemos un gran defecto de fábrica. Y es que todo el mundo, desde programas de TV, películas de cine e incluso prestigiosos profesionales como Sigmund Freud; nos han hecho creer que las mujeres solo pueden tener dos tipos de orgasmos: el clitoriano y el vaginal; y que este último especialmente debería ser insuperable.
Es por ello que la mayoría tratamos de alcanzar ese orgasmo vaginal que nunca llega llegando a la conclusión de que estamos mal hechas. Pero lo cierto es que no tenemos nada mal, un estudio publicado en la revista "Journal of Sex & Marital Therapy", analizó los datos de 1.055 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 94 años y concluyeron que el 76% necesitaban estimulación del clítoris para poder llegar al orgasmo. Además, tendemos a olvidar que el abanico del orgasmo es muy amplio y si nos limitamos al clítoris y al punto G nos estaremos perdiendo un mundo de posibilidades. De modo que si quieres saber de todas ellas, sigue leyendo.
Especialmente en el caso de las mujeres el orgasmo es algo muy psicológico. La intimidad, la excitación, la atmósfera o el momento del ciclo menstrual en el que nos encontremos, entre otros factores, condicionan enormemente la llegada al orgasmo.
Pero además de esto es otra parte de nuestro cuerpo con la que podemos llegar a él en lo que se conoce como orgasmo mental o neurosexo. Es posible a través de la mente, la respiración y una serie de movimientos pélvicos. Según la sex Coach Mónica Patricia Solano, "requiere de paciencia y dedicación, Es necesario practicar mucho y ser constantes para estimular aún más la imaginación". De modo que no te rindas si a la primera no lo consigues.
Se trata del punto que lleva al clímax a la mayoría. El clítoris es un órgano genital externo con unas 8.000 terminaciones nerviosas, además, todas estas terminaciones nerviosas están muy focalizadas, lo que hace que las sensaciones sean muy fuertes. Tanto las de placer como las de dolor, por supuesto. Es por eso que el clítoris ha de estimularse con cuidado.
Como decía al principio, se afirma que alrededor del 76% de las mujeres necesitan estimulación directa en el clítoris para poder llegar al orgasmo.
Muchos estudios afirman que el orgasmo a través de la estimulación vaginal no es que sea difícil de alcanzar, sino que directamente no existe.
Otros afirman que lo que realmente se estimula cuando hablamos del punto G es una extensión del clítoris, ya que este se extiende por el interior de la vagina.
En cualquier caso, lo cierto es que muchas mujeres, el 64%, llegan al orgasmo a través de la penetración.
Si buscas un orgasmo extremadamente intenso, posiblemente lo más efectivo sea estimular el punto G y el clítoris al mismo tiempo.
Aunque se tiende a pensar que el sexo anal solo lo disfrutan los hombres dado que ellos tienen ahí su "punto G", la realidad es que el orgasmo por estimulación anal en las mujeres existe, aunque es más probable alcanzarlo si a su vez se estimula el clítoris. De hecho, nada menos que el 94% de mujeres que han practicado sexo anal dicen haber llegado al clímax.
Alcanzar el clímax sexual solo con la estimulación de los pechos es posible, aunque desgraciadamente esto solo es así para un pequeño porcentaje de la población femenina. La cosa es probar y puede que te encuentres entre una de las afortunadas.
El 20% de las mujeres dicen ser capaces de llegar al orgasmo mediante la estimulación de un punto no genital.
Muslos, un punto de la espalda, cuello, orejas... Algunas personas aseguran que ni siquiera necesitan contacto físico para llegar al climax. Muestra de ello es que el 10% de las mujeres puede llegar al orgasmo mientras hace ejercicio.
De nuevo volvemos a la mente. Aunque pueda sonar extraño el sueño es una causa del orgasmo bastante común. De hecho, el 70% de las mujeres asegura haber llegado al orgasmo durmiendo. Se cree que los sueños que tienes en el momento, e incluso la postura en la que estás durmiendo, afectan a la hora de tener o no tener orgasmos nocturnos.
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